Nota:

Los artículos de la materia Columna de Opinión estarán identificados con un (OP) y los de Crónica Escrita, con un (CR).

06 septiembre, 2011

Notas sobre los objetos que ocupan mi carro (A propósito de “Objetos que ocupan mi mesa de trabajo”, de George Perec")

(CR)
A pesar de haberlo comprado hace más de un año, mi carro todavía huele a nuevo. Aunque no son muchas cosas las que guardo en él, entre sus compartimientos sí hay ciertos elementos que, aunque no son indispensables, sí hacen del viaje más agradable y me siento preparada para todo. Dentro de uno de los portavasos hay una pequeña bandera de Colombia que compró mi padre por mil pesos en un semáforo, a propósito de la fiesta del 20 de julio. Resulta que vivimos ocho años fuera del país y ahora que volvimos él es más patriota que nunca, por eso disfruta pegando la banderita en el parabrisas, bajo el retrovisor. Yo, en cambio, no lo soy, por eso la quito y escondo cada vez que me subo al carro.
En el otro portavasos hay todo tipo de recibos y volantes arrugados en bolita. Además siempre hay empaques de dulces o galletas cuidadosamente amarrados en forma de nudo. Es algo que hago con absolutamente todos los empaques de lo que como, sin importar el tamaño. Es una manía que aprendí de mi madre, que lo hace desde que tengo memoria, y adopté porque la considero la mejor forma de reducir el tamaño de la basura. A veces pienso que se ha convertido en un trastorno, pues es inevitable hacerlo y he llegado al punto de doblar empaques que no son míos. Al lado, en el compartimiento para las monedas, hay unos seiscientos pesos repartidos en monedas de distintos valores, útiles para colaborar con los artistas callejeros e indigentes que buscan su sustento en los semáforos de Bogotá.
En la guantera está el manual de uso que nunca leí, pero que sigue ahí porque “uno nunca sabe”, una carpeta con los papeles reglamentarios, una caja de pañuelos Kleenex que escogí por su colorido diseño de sandalias playeras y un cargador de auto con adaptador, con el que cargo desde el celular hasta la batería de la cámara, pues siempre olvido hacerlo antes de salir de casa. Otra cosa que olvido con facilidad es llevar mi iPod, ¡y cómo quisiera no olvidarlo!, pues a decir verdad la repetitiva música de las tres emisoras que escucho me cansa; además soy feliz manejando y cantando con mis playlists de Ricky Martin y Ricardo Arjona.
En el apoyabrazos de la puerta hay pequeñas bolitas de aluminio: el empaque de los chocolates Noggy que me regaló mi amiga Stefanía y que como ansiosamente durante día y noche. El día que me los dio había un asado en mi casa. Mientras los viejos amigos de mis padres hablaban y veían el partido final del Mundial Sub-20 de fútbol, ella y yo tomábamos Baileys y resolvíamos el taller de Crónica Radial. 
Ahora que hablo de mi amiga, recuerdo aquel Halloween cuando me chocaron. El punto de encuentro para cantarle cumpleaños a nuestro amigo Jerónimo (que cumple el 30 de octubre) y salir todos juntos hacia la rumba, era el apartamento de Stefanía. Manejando por la 116, a tres cuadras de llegar, me encontré con que había algo de trancón. Ansiosa por la congestión, pero sabiendo que era poco el camino que faltaba, decidí relajarme y subir el volumen a la música, cuando sentí el golpe del carro de atrás. Yo, disfrazada, entaconada, peinada y maquillada, me bajé a revisar qué tan fuerte había sido el golpe. Estaba lloviznando y el de atrás no se bajaba. Temblando, no sé si de frío o de los nervios, descubrí que el bumper estaba entre el carro y el piso, colgando apenas de los lados. Entonces el chico del carro de atrás, quien además de joven y guapo resultó ser decente, se bajó y llamamos al Tránsito y a nuestros respectivos seguros. El carro salió como nuevo del taller, pero cada vez que paso por la Pepe Sierra recuerdo el choque y me duele que haya sido apenas tres meses después de comprarlo.
En fin, objetos y anécdotas que hacen de mi carro un lugar especial, una gran caja de recuerdos.

2 comentarios:

  1. Faltan muchos detalles del carro. Solo conocimos la parte delantera. Nada del exterior ni de la parte trasera. Ojo con la redacción.

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  2. Hay un buen ejercicio de descripción, vas bien, pero faltó un poco más de desarrollo.

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